A mediados
de febrero se interrumpió la tranquilidad en los sectores del lago Naroch y
Postavy. De las noticias que llegaban se deducía cada vez con mayor claridad la
importancia de los preparativos del enemigo. En un principio hubiera costado
creer que los rusos escogerían aquella zona para actuar, ya que ofrecía pocas
posibilidades para el despliegue de sus tropas debido a las distancias que los
separaba de sus excelentes comunicaciones ferroviarias, y porque la dirección
táctica tropezaba con grandes dificultades a causa de las características
topográficas del terreno. Los acontecimientos futuros me iban a demostrar que
lo increíble era posible.
Ninguno de
nosotros pudo darse cuenta de las verdaderas dimensiones de los preparativos
rusos que estaban en su máximo apogeo. Tampoco podíamos suponer que nuestros
setenta batallones , que se habían ido concentrado en la comarca del lago
Naroch, tendrían que resistir el ataque de los tresceintos sesenta batallones
que el enemigo había preparado. Pero estas cifras, como señala uno de nuestros
comunicados, basado en datos precisos y comprobados por nosotros mismos, daban
una idea incompleta de nuestra situación frente al enemigo. En primer lugar,
porque durante los primeros días no todas las tropas combatientes participaron
en la acción y en segundo lugar, porque las divisiones rusas no actuaron en
toda la extensión del frente alemán, sino que sólo dos grandes grupos atacaron
las dos alas del cuerpo de ejército de Hutier. En el ala norte, entre Mosheiski
y Vileity, cuatro divisiones alemanas hicieron frente a siete divisiones de
infantería y dos de caballería rusas en el sector de Postawy. En el ala sur,
nuestras 75º división de la reserva y 9º de caballería, reforzada, lograron
resistir el ataque de las ocho divisiones de infantería y los cosacos del Ural,
en la barrera entre los lagos Naroch y Visnev. En total 128 batallones rusos
contra 19 alemanes.
El día 18 de
marzo comenzó el ataque del enemigo. Después de una intensa acción de
artillería, como nunca se había presenciado en el frente oriental, las tropas
rusas se lanzaron contra nuestras débiles líneas como una ola inmensa e
infinita- Sin embargo, las baterías, las ametralladoras y la infantería enemiga
empujaban inútilmente a nuestras tropas. En vano las tropas de la retaguardia
segaban sus propias líneas avanzadas cuando estas pretendían huir de la
destrucción que provocaba nuestro fuego. Los esfuerzos de los defensores se
habían elevado al máximo. El deshielo inundó nuestras trincheras, que se
hundieron en el lodo; ya no ofrecían , por tanto, la menor resistencia,. El
campo de batalla no era otra cosa que un gran pantano. El fango, que llegaba a
la cintura de nuestras tropas atrincheradas, entorpecía la libertad de sus movimientos.
Pero a pesar de todas estas dificultades, nuestro ejército conservaba todavía
suficientes efectivos y voluntad para sofocar una y otra vez los ataques del
enemigo. El ruso se sacrificaba inútilmente. El 25 de marzo, nuestras heroicas
huestes salieron vencedoras en el lago Naroch. El comunicado alemán del 1 de
abril de 1916, en cuya redacción participamos, decía al acabar el combate:
La
importancia del objetivo que se perseguía con estos ataques se deduce de la
siguiente proclama que, con la fecha 17 ( 4 en calendario ruso ) de marzo,
dirigió a las tropas el comandante general de los ejércitos rusos en el frente
occidental:
“ Soldados
del frente occidental,
Vuestras
líneas, excesivamente debilitadas, contando con una reducida cantidad de
fusiles y cartuchos, han contenido durante seis meses el avance enemigo, y,
después de haberlo rechazado en el Molodetchno, en el sector mismo cuyo frente
había roto el adversario, han llegado a tomar las posiciones que tenemos
actualmente.
Su Majestad
y la patria esperan hoy de vosotros una nueva proeza: arrojar al enemigo más
allá de la frontera del Imperio. Mañana mismo tenéis que empezar vuestra obra.
Confío ciegamente en vuestro valor, en vuestra arraigada abnegación por el zar,
en vuestro amor por la patria, y, por lo tanto, en que habréis de cumplir
vuestro sagrado deber con el zar y con la patria, liberando a vuestros hermanos
del yugo extranjero, bajo el cual gimen hoy.
Dios nos
acompañe en nuestra sagrada obra
Firmado:
Evert, general asistente
(…) Hay que
atribuir, pues la elección del momento, más a la presión de un aliado que se
encontraba en una situación apurada que a la voluntad del mando ruso.
Los rusos
suspendieron las operaciones en aquel momento debido al cambio de tiempo. Esto
solo es una verdad a medias, pues tan importante era el obstáculo insuperable
del terreno fangoso, como las pérdidas sufridas. Prudentemente las bajas
rondaban los 140.000 hombres.
FUENTES: "MEMORIAS DE MI VIDA", MARISCAL VON HINDENBURG CAPÍTULO VIII PAG.142-144 DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA DE 2007