jueves, 25 de julio de 2013

EL LAGO NAROCH SEGÚN LA NARRACIÓN DE VON HINDENBURG




A mediados de febrero se interrumpió la tranquilidad en los sectores del lago Naroch y Postavy. De las noticias que llegaban se deducía cada vez con mayor claridad la importancia de los preparativos del enemigo. En un principio hubiera costado creer que los rusos escogerían aquella zona para actuar, ya que ofrecía pocas posibilidades para el despliegue de sus tropas debido a las distancias que los separaba de sus excelentes comunicaciones ferroviarias, y porque la dirección táctica tropezaba con grandes dificultades a causa de las características topográficas del terreno. Los acontecimientos futuros me iban a demostrar que lo increíble era posible.

Ninguno de nosotros pudo darse cuenta de las verdaderas dimensiones de los preparativos rusos que estaban en su máximo apogeo. Tampoco podíamos suponer que nuestros setenta batallones , que se habían ido concentrado en la comarca del lago Naroch, tendrían que resistir el ataque de los tresceintos sesenta batallones que el enemigo había preparado. Pero estas cifras, como señala uno de nuestros comunicados, basado en datos precisos y comprobados por nosotros mismos, daban una idea incompleta de nuestra situación frente al enemigo. En primer lugar, porque durante los primeros días no todas las tropas combatientes participaron en la acción y en segundo lugar, porque las divisiones rusas no actuaron en toda la extensión del frente alemán, sino que sólo dos grandes grupos atacaron las dos alas del cuerpo de ejército de Hutier. En el ala norte, entre Mosheiski y Vileity, cuatro divisiones alemanas hicieron frente a siete divisiones de infantería y dos de caballería rusas en el sector de Postawy. En el ala sur, nuestras 75º división de la reserva y 9º de caballería, reforzada, lograron resistir el ataque de las ocho divisiones de infantería y los cosacos del Ural, en la barrera entre los lagos Naroch y Visnev. En total 128 batallones rusos contra 19 alemanes.

El día 18 de marzo comenzó el ataque del enemigo. Después de una intensa acción de artillería, como nunca se había presenciado en el frente oriental, las tropas rusas se lanzaron contra nuestras débiles líneas como una ola inmensa e infinita- Sin embargo, las baterías, las ametralladoras y la infantería enemiga empujaban inútilmente a nuestras tropas. En vano las tropas de la retaguardia segaban sus propias líneas avanzadas cuando estas pretendían huir de la destrucción que provocaba nuestro fuego. Los esfuerzos de los defensores se habían elevado al máximo. El deshielo inundó nuestras trincheras, que se hundieron en el lodo; ya no ofrecían , por tanto, la menor resistencia,. El campo de batalla no era otra cosa que un gran pantano. El fango, que llegaba a la cintura de nuestras tropas atrincheradas, entorpecía la libertad de sus movimientos. Pero a pesar de todas estas dificultades, nuestro ejército conservaba todavía suficientes efectivos y voluntad para sofocar una y otra vez los ataques del enemigo. El ruso se sacrificaba inútilmente. El 25 de marzo, nuestras heroicas huestes salieron vencedoras en el lago Naroch. El comunicado alemán del 1 de abril de 1916, en cuya redacción participamos, decía al acabar el combate:
La importancia del objetivo que se perseguía con estos ataques se deduce de la siguiente proclama que, con la fecha 17 ( 4 en calendario ruso ) de marzo, dirigió a las tropas el comandante general de los ejércitos rusos en el frente occidental:

“ Soldados del frente occidental,
Vuestras líneas, excesivamente debilitadas, contando con una reducida cantidad de fusiles y cartuchos, han contenido durante seis meses el avance enemigo, y, después de haberlo rechazado en el Molodetchno, en el sector mismo cuyo frente había roto el adversario, han llegado a tomar las posiciones que tenemos actualmente.
Su Majestad y la patria esperan hoy de vosotros una nueva proeza: arrojar al enemigo más allá de la frontera del Imperio. Mañana mismo tenéis que empezar vuestra obra. Confío ciegamente en vuestro valor, en vuestra arraigada abnegación por el zar, en vuestro amor por la patria, y, por lo tanto, en que habréis de cumplir vuestro sagrado deber con el zar y con la patria, liberando a vuestros hermanos del yugo extranjero, bajo el cual gimen hoy.
Dios nos acompañe en nuestra sagrada obra
Firmado: Evert, general asistente

(…) Hay que atribuir, pues la elección del momento, más a la presión de un aliado que se encontraba en una situación apurada que a la voluntad del mando ruso.
Los rusos suspendieron las operaciones en aquel momento debido al cambio de tiempo. Esto solo es una verdad a medias, pues tan importante era el obstáculo insuperable del terreno fangoso, como las pérdidas sufridas. Prudentemente las bajas rondaban los 140.000 hombres.

FUENTES: "MEMORIAS DE MI VIDA", MARISCAL VON HINDENBURG CAPÍTULO VIII PAG.142-144 DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA DE 2007