sábado, 7 de diciembre de 2019

ENTRE TANQUES


“Se me figura que un hombre inteligente no podrá explicarse fácilmente la razón que ha ocasionado el fin de la guerra de trincheras como no visite el taller central de reparaciones de los tanques ingleses en Francia. (…) “Todo esto estaba muy bien” había contestado por adelantado el actual ministro de Municiones, Mr. Winston Churchill, a la persona que le reprochaba no haber esperado a tener mil o dos mil tanques antes de lanzarlos contra el enemigo “ Todo eso está muy bien, pero no podríamos saber lo que sabemos de los tanques si no hubiéramos empezado a probarlos en pequeña escala”. Y cuando se le dijo que con estas probaturas se había dado también tiempo a los alemanes para construir tanques repuso: “ También todo esto está muy bien, pero los alemanes tendrán que pasar por las mismas pruebas que nosotros antes de aprender a manejarlos”. “Y entretanto - añadió- les llevamos un año de ventaja”.

Este año de ventaja se hace evidente sobre todo al visitar uno cualquiera de los talleres de reparaciones. Y ello por dos razones. En las fábricas productoras no se fabrican más que tanques de una clase determinada, y en muchas de ellas solamente determinadas piezas. En cambio,acuden al taller de reparaciones las máquinas de distintas clases, y por la importancia de este taller puede juzgarse de la magnitud de la industria productora, y no viceversa. Pero, además, no hay empresa de automóviles en el haz de la Tierra, ni apenas propietario particular de estos vehículos , que no haya hecho ya el descubrimiento de que el órgano esencial para su regular funcionamiento ha de encontrarse en el taller de reparaciones. (…)

Trabajan en el taller varios centenares de los mejores mecánicos ingleses. Y no están solos. Les acompañan centenares de mecánicos chinos, obreros conocedores de su oficio, que hasta hace pocos meses trabajaban en los arsenales de su país. Y este detalle que también aprueba la inagotable capacidad de los aliados. Es el mundo entero, nación tras nación, raza tras raza, lo que se esta movilizando en esta guerra". (...)


Pero además surge el problema de la función de cada tanque. La máquina en que nosotros anduvimos buen rato en un tanque ordinario, de los construidos para avanzar a campo abierto, pasar sobre alambradas, trincheras y montones de ladrillos o de saco de arena. A semejante máquina no se le puede pedir ligereza. Y no es ligera. Los tanques alemanes, que aparecieron por primera vez, días pasados, en Villiers-Brettoneux, son máquinas más grandes, mucho más grandes, con un cañón de 57 milímetros, cuatro ametralladoras, planchas blindadas de 28 milímetros en el frente y de 20 y 16 milímetros en los lados. Llevan en lo alto una cúpula blindada, en la que se sitúa el comandante. Esto se sabe porque uno de ellos yace agujereado en la “tierra de nadie”, como llaman los ingleses al espacio intermedio entre las líneas combatientes, y las patrullas inglesas nocturnas han tenido buen cuidado de tomarle las medidas exactas.

FUENTE; Ramiro de Maeztu, "CRÓNICAS DE LA GRAN GUERRA" MADRID 2014