viernes, 16 de agosto de 2013

LA OFENSIVA KERENSKY DE JULIO DE 1917 SEGÚN TROTSKI



“ De acuerdo con un plan concebido hacía ya mucho tiempo, el golpe principal había de darse en la dirección de Lvov ( Lemberg ) con las fuerzas del frente suroccidental ; a los frentes del norte y occidental se les asignaban objetivos de carácter auxiliar. La ofensiva se iniciaría simultáneamente en todos los frentes. Pronto se vio que la realización de este plan excedía de las fuerzas disponibles. En vista de esto se decidió poner en juego a los frentes uno tras otro, empezando por los secundarios. Pero resultó que esto no era factible . “Entonces el mando supremo ( dice Denikin ) decidió renunciar a todo el sistema estratégico y se vio obligado a ceder a los propios frentes la iniciativa, autorizándoles para que empezasen las operaciones por su cuenta, a medida que estuviesen preparados” (…) Kerensky recorría los frentes, imprecaba, imploraba, bendecía. La ofensiva se inició el 16 de junio ( 29 de junio ) en el frente suroccidental; el 8 en el septentrional; el 9 en el de Rumania. La entrada en batalla, ficticia en realidad, de los tres últimos frentes coincidió ya con el principio  del derrumbamiento  del frente principal, es decir, del suroccidental.
Kerensky comunicó al gobierno provisional: “ Hoy es un día de gran júbilo para la revolución. El 18 de junio ( 1 de julio ), el ejército revolucionario ruso ha pasado a la ofensiva con inmenso entusiasmo”. “ Se ha producido el acontecimiento anhelado durante tanto tiempo ( decía el periódico kadete Riech ) y que ha hecho que la revolución rusa retornara a sus mejores días”(…)

Ahora todo dependía del resultado de la ofensiva, es decir, de los soldados de las trincheras ¿ que cambios determinó la ofensiva en la conciencia de los que tenían que llevarla a cabo? Los soldados anhelaban, de un modo irresistible, la paz. Sin embargo los dirigentes consiguieron durante algún tiempo hasta cierto punto o, por lo menos, lo consiguieron de una parte de los soldados, convertir este anhelo en una buena disposición para la ofensiva (…) de hecho en frente reinaba en aquel entonces un estado de armisticio, del cual se aprovechaban los alemanes para distraer enormes esfuerzos y mandarlos a los frentes occidentales. Los soldados rusos veían como quedaban vacías las trincheras enemigas, como se retiraban las ametralladoras, como se desmontaban los cañones. Partiendo de esta base se formó el plan de preparación moral de la ofensiva. Se infundió sistemáticamente a los soldados la idea de que el enemigo estaba completamente debilitado ,  de que  no tenía fuerzas, de que en Occidente se veía arrollado por los Estados Unidos y de que bastaba con que Rusia diese un empujón para que el frente alemán se desmoronase y obtuviéramos la paz. Los dirigentes no creían en esto ni por asomo pero confiaban en que una vez metida la mano en la máquina de la guerra, el ejército no podría sacarla tan fácilmente (…) Y efectivamente, en un principio, el enemigo se reveló extraordinariamente débil y se retiraba sin dar batalla, que, por su parte, los atacantes no hubieran tampoco librar. Pero el enemigo no se dispersaba, sino que, por el contrario, se agrupaba y se concentraba. Cuando había vanzado veinte o treinta kilómetros, los soldados rusos presenciaron un espectáculo que conocían harto bien por su experiencia de los años precedentes: el enemigo los esperaba atrincherado en nuevas posiciones reforzadas. Y entonces fue cuando se puso de manifiesto que, si bien los soldados estaban aún dispuestos a dar un empujón para conseguir la paz, no querían tener  absolutamente nada ya que ver  con al guerra. Arrastrados a ella por la fuerza, por la presión moral, y sobre todo por el engaño, viraron en redondo indignados.

“Después de una preparación artillera nunca vista por su intensidad por lo que a los rusos se refiere ( dice el historiador ruso de la guerra mundial general Sajonchokovski ) las tropas ocuparon casi sin pérdidas las posiciones enemigas y se negaron a ir más allá. Se inició una deserción en masa. Regimientos enteros abandonaban las posiciones”

FUENTE: " LA REVOLUCIÓN RUSA"  DE LEÓN BRONSTEIN  ( ALIAS TROTSKI ), CAPÍTULO XIX  PAG. 300-302

miércoles, 7 de agosto de 2013

VALORACIÓN DEL PROGRAMA HINDENBURG POR SU PROMOTOR



El Alto Mando tuvo que ocuparse durante la guerra de algunos problemas de política interior, especialmente en lo que se refiere al terreno económico (…) La estrecha relación entre el ejército y la economía nacional impedía establecer una línea divisoria entre las cuestiones económicas nacionales y la dirección de la guerra, que si existía , en cambio, entre el territorio de operaciones y la patria.

Me sentía responsable del programa de la industria armamentística que llevaba mi nombre. Lo único que exigí fue que las necesidades de nuestras tropas combatientes debían quedar cubiertas a toda costa. Cualquier otro precepto fundamental me hubiera parecido,  en un caso análogo , un delito contra nuestra patria y contra nuestro ejército. Nuestras necesidades habían aumentado ; sin embargo no me aventuraba a asegurar si podríamos atenderlas. Después de la guerra se ha afirmado que mi programa era producto de la desesperación. Sin embargo quién así opina se equivoca en cuanto a mi estado de ánimo en aquel momento, bajo cuya influencia nació el programa.
Tomé parte de todo corazón en la promulgación de la ley para servicios auxiliares de la guerra. Ante las necesidades de la patria, consideraba que debían reclutarse o ser obligados a servir a la patria no sólo los hombres útiles para la lucha, sino también todo el que pudiera prestar sus servicios para algún trabajo, incluyendo a las mujeres.
Estaba convencido de que con una ley semejante se desplegarían no sólo las energías corporales, sino también las fuerzas morales, que podríamos sumar muy bien a las que ya había en la balanza de la guerra. La confección definitiva de la ley ofrecía en realidad un resultado esencialmente distinto y bastante más modesto del que yo había imaginado (…) Sin embargo quisiera llamar la atención sobre un punto concreto : la falta de un Estado Mayor, de un directorio económico entrenado para la guerra, cuya inexistencia se dejaba sentir de modo extraordinario en el curso de nuestra lucha. La experiencia demuestra que en la guerra ciertas cosas no se pueden hacer emerger del suelo. Si nuestra movilización militar e incluso financiera era brillante, no lo fue, en cambio, en la económica. Es cierto que lo que llegó a alcanzarse sobrepasó nuestras expectativas : ante el férreo bloqueo de provisiones procedentes del extranjero y el inmenso gasto de material y municiones, tuvimos que hacer frente a problemas que nadie hubiera soñado en tiempos de paz.

En todos los grandes problemas planteados por la necesidad, tanto para el ejército como para la nación en general, resaltaba la imperiosa necesidad de cooperación entre todos los organismos del Estado para que el mecanismo general pudiera trabajar sin temor a perder energías en el rozamiento de los engranajes. Era perentoria la creación de una autoridad que centralizase las demandas y distribuyera las labores. Solo un organismo de esta naturaleza hubiera podido tomar tamañas decisiones y prever necesidades, tanto en el terreno militar como en el económico.

En su labor podía haber estado aconsejada por grandes especialistas de la economía nacional y en condiciones de poder predecir los resultados de sus decisiones que habrían de orientarse en un espíritu de amplia independencia. Nos ha faltado aquella autoridad.

" Memorias de mi vida" Von Hindenburg ,Capítulo XII, pag. 215-217 de la edición española de 2007