“Era un
abrigo de oficiales de artillería ingleses, muy bien pertrechado. Lo primero
que nos saltó a la vista fue un gramófono, que en seguida puso en, marcha
Haller para oír música.
Cada cual
cogía lo que necesitaba. Yo me decidí por una bolsa de pan , un guardamapas,
varios calcetines, una botella de aguardiente, una copa de plata, y varios
maravillosos tubos de jabón de Roger y Gallet. El abrigo estaba provisto de
todas las comodidades, ni siquiera faltaba una pequeña chimenea con butacas a
su alrededor (….) Pero loor, triple loor al soldado alemán ¿ Quién en tales
circunstancias, habría hecho frente como nosotros a un mundo de enemigos? Lo
primero que encontramos fue la cocina de aquellos señores. En ninguna plana
mayor de Alemania se habría encontrado tal derroche.
Había allí
un cajón lleno de huevos de gallina
frescos, cebollas, tomates, extracto de café, exquisitas salsas mermeladas, en
suma, todo lo que un gourmet podría desear (…)
FUENTE. ´DIARIO DE GUERRA 1914-1918´, de Ernst Junger, Barcelona 2014