Sivry, 29 de abril de 1916
(…) Volé a continuación hacia la parte del frente en Verdun
y llegué justo a tiempo para otra escaramuza. Tres franceses habían cruzado
sobre nuestras líneas y fueron atacados inmediatamente por un Fokker, que se
metió en apuros y tuvo que retirarse. Llegué en su ayuda, ataqué a uno de los
enemigos y le di un buen escarmiento. El grupo al completo puso entonces pies
en polvorosa, pero yo no iba a permitir que mi cliente se escapase tan
fácilmente. Me quedé pegado a él, que zigzagueo y giró, volando con gran
astucia y demostrando que era un piloto consumado. Le ataqué tres veces desde
detrás y una desde el frente, cayendo diagonalmente sobre su nariz. Finalmente,
su aparato hizo un pronunciado ascenso en espiral, perdió el equilibrio y voló
durante un rato con las ruedas hacia arriba, para caer a continuación girando
sobre sus alas. Según los informes de la División de Reserva Nº 14, el avión
dio un par más de vueltas de campana y cayó en picado en una región boscosa
hacia el suroeste de Vaux. Aquel fue mi decimocuarto.
Douai, 29 de agosto de 1915
Ayer tuve de nuevo una oportunidad para demostrar mis
habilidades como nadador. El canal, que pasa frente al club de oficiales, tiene
unos veinticinco metros de anchura y dos
y medio de profundidad (…) Ayer, tras el almuerzo, estaba de pie con von
Teubern junto a la puerta cuando vi a un niño francés subirse al pasamano,
comenzar a pescar y caer súbitamente al agua. Corrí hasta allí para ver que
hacía pero no estaba a la vista. Aquello parecía muy extraño y no era posible
que el niño supiese bucear, así que no perdí el tiempo en pensar y me zambullí
en su busca. Todo esto pasó tan rápidamente que von Teubern tuvo el tiempo
justo de ver como mis piernas desaparecían en el agua sin que supiese que
estaba sucediendo.
Salí de nuevo a la superficie pero todavía me encontré solo
en ella. Entonces vi burbujas no muy lejos de mí; debajo de ellas estaba el
niño, ahogándose. Nadé hasta él, buceé, logré ponerme por debajo, lo agarré y
salí de nuevo. (…) Hice que el niño se agarrase a mi cuello, nadé hasta la
barca, von Teubern pudo subirlo a bordo y a continuación yo trepé a ella.
Mientras esto sucedía, el resto de los caballeros que nos acompañaban y una
gran multitud de civiles habían llegado al lugar. (…) Su madre vino corriendo,
se hizo cargo de él y me dio las gracias del modo más profuso. El resto de los
civiles me brindó asimismo una auténtica ovación. Yo debía tener un aspecto
excelente, pues había saltado con el uniforme al completo, y permanecía allí de
pie chorreando como un perro de aguas.
PD: acaba de llegarme justo ahora una carta de las familias
Delplace y Dutercq, en la que me expresan su agradecimiento “ au sauveur du jeune Albert Delplace, age de
14 ans”.
FUENTE: Oswald Boelcke "Aviador de Combate. Las cartas del mentor del Barón Rojo" Pamplona, 2015
FUENTE: Oswald Boelcke "Aviador de Combate. Las cartas del mentor del Barón Rojo" Pamplona, 2015