lunes, 1 de febrero de 2016

DOS TESTIMONIOS DE BOELCKE EN FRANCIA: CAZADOR IMPLACABLE...Y BIENHECHOR ALTRUISTA

Sivry, 29 de abril de 1916
(…) Volé a continuación hacia la parte del frente en Verdun y llegué justo a tiempo para otra escaramuza. Tres franceses habían cruzado sobre nuestras líneas y fueron atacados inmediatamente por un Fokker, que se metió en apuros y tuvo que retirarse. Llegué en su ayuda, ataqué a uno de los enemigos y le di un buen escarmiento. El grupo al completo puso entonces pies en polvorosa, pero yo no iba a permitir que mi cliente se escapase tan fácilmente. Me quedé pegado a él, que zigzagueo y giró, volando con gran astucia y demostrando que era un piloto consumado. Le ataqué tres veces desde detrás y una desde el frente, cayendo diagonalmente sobre su nariz. Finalmente, su aparato hizo un pronunciado ascenso en espiral, perdió el equilibrio y voló durante un rato con las ruedas hacia arriba, para caer a continuación girando sobre sus alas. Según los informes de la División de Reserva Nº 14, el avión dio un par más de vueltas de campana y cayó en picado en una región boscosa hacia el suroeste de Vaux. Aquel fue mi decimocuarto.



Douai, 29 de agosto de 1915

Ayer tuve de nuevo una oportunidad para demostrar mis habilidades como nadador. El canal, que pasa frente al club de oficiales, tiene unos veinticinco  metros de anchura y dos y medio de profundidad (…) Ayer, tras el almuerzo, estaba de pie con von Teubern junto a la puerta cuando vi a un niño francés subirse al pasamano, comenzar a pescar y caer súbitamente al agua. Corrí hasta allí para ver que hacía pero no estaba a la vista. Aquello parecía muy extraño y no era posible que el niño supiese bucear, así que no perdí el tiempo en pensar y me zambullí en su busca. Todo esto pasó tan rápidamente que von Teubern tuvo el tiempo justo de ver como mis piernas desaparecían en el agua sin que supiese que estaba sucediendo.
Salí de nuevo a la superficie pero todavía me encontré solo en ella. Entonces vi burbujas no muy lejos de mí; debajo de ellas estaba el niño, ahogándose. Nadé hasta él, buceé, logré ponerme por debajo, lo agarré y salí de nuevo. (…) Hice que el niño se agarrase a mi cuello, nadé hasta la barca, von Teubern pudo subirlo a bordo y a continuación yo trepé a ella. Mientras esto sucedía, el resto de los caballeros que nos acompañaban y una gran multitud de civiles habían llegado al lugar. (…) Su madre vino corriendo, se hizo cargo de él y me dio las gracias del modo más profuso. El resto de los civiles me brindó asimismo una auténtica ovación. Yo debía tener un aspecto excelente, pues había saltado con el uniforme al completo, y permanecía allí de pie chorreando como un perro de aguas.

PD: acaba de llegarme justo ahora una carta de las familias Delplace y Dutercq, en la que me expresan su agradecimiento “ au sauveur du jeune Albert Delplace, age de 14 ans”.

FUENTE: Oswald Boelcke "Aviador de Combate. Las cartas del mentor del Barón Rojo" Pamplona, 2015

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