Una
excursión que asociaba historia remota
historia inmediata incluía muchos campos de batalla de la Gran Guerra.
Pasé por La Claye, Trilbardou y Meaux, atravesé el Marne por Trilport y me
encontré pronto en la región, todavía devastada y llena de cicatrices, que
padeció la primera batalla del Marne. En la Ferté-sous-Jouarre, un imponente
monumento recuerda a los cuatro mil soldados británicos que cayeron
valientemente al principio del conflicto. Más lejos encontré el terreno de
operaciones estadounidense de 1918 –en Vaux, donde todavía se pueden ver los
efectos del bombardeo.
El bosque
Bellau fue el escenario de combates particularmente violentos librados por las
divisiones 2º, 3º y 26º, y señaló el comienzo de la retirada definitiva de los
alemanes. Se encuentra allí un cementerio militar estadounidense y otros temas
de interés. Otro punto importante es Chateau-Thierry, ciudad natal del fabulista
La Fontaine y centro de una difícil y notable victoria de los marines
estadounidenses en 1918. Un monumento conmemora su hazaña. En Dormans hay un
monumento aliado, y en Bligny un cementerio militar italiano. La “cota 308”
sufrió una serie de explosiones de minas porque se encontraba en la famosa
línea Hindenburg. Reims, de la que hice una visita en profundidad se encuentra
en la misma zona (…)
Al sur de
Soissons, Rethondes, donde se firmó el armisticio de 1918, cuenta ahora con un
monumento impresionante. Rodeando París, atravesé Senlis, parcialmente
incendiada por los alemanes en su repliegue de 1914 (…)
En algunos
lugares de los campos de batalla existen todavía trincheras y refugios que
recuerdan de un modo terrible las inmensas fuerzas cósmicas de destrucción
–aparentemente tan vanas pero tan inevitables- que se desencadenaron en el
país, sirviendo en parte para manifestarse ante los seres humanos indefensos.
Muchas de las trincheras están intactas y en alguna parte un museo hecho con
troncos alberga reliquias del estilo de esquirlas herrumbrosas, cascos,
granadas de mano y botas enmohecidas. Lo más interesante es una gran sala
subterránea de acero y cemento de una solidez prodigiosa, construida por los
oficiales alemanes como centro de ocio. Está recubierta de una enorme losa de
piedra sostenida por vigas macizas; bajo
uno de sus lados se encuentra la entrada –una abertura pequeña que conduce a
algunos pocos peldaños al vasto suelo de cemento, ahora en parte recubierto
porque se quiere que quede enterrado. En esta lujosa cripta los oficiales
“boches” se metían cada vez que podían
–teniendo a su disposición salones
espaciosos y confortables, bibliotecas, baños, piscinas, salas de billar y
todas las comodidades posibles para la distensión y las distracciones de
interior. Hay algo extraño en esa idea del relajamiento en el interior de la
tierra, bajo una región de muerte y de devastación creada por los obuses. Las
autoridades, temiendo que pudiera estar allí oculta pólvora o bombas sin
explotar en aquel insólito refugio, tienen prohibido que los visitantes fumen,
que enciendan cerillas o cualquier otra cosa del estilo.
FUENTE:
ARELLANO, F. H.P. LOVECRAFT. LA VIDA
PRIVADA MADRID 2017