Al principio
no teníamos prácticamente explicación para la total ausencia de ofensivas de
diversión por parte del enemigo en el frente Occidental durante las primeras
semanas de las operaciones en el Mosa.(...) Incluso más sorprendente que la continua ausencia de
tentativas de una ofensiva de distracción en el Oeste fue la apertura de una
ofensiva de diversión a bastante gran
escala en la porción septentrional del frente Oriental en la segunda mitad de
marzo.
Desde que las
batallas de Dvinsk terminaran en
noviembre de 1915, todo había permanecido tranquilo en ese área.
El 18 de marzo, no obstante, los rusos atacaron en el sector del lago Dryswjaty-Postawy
y a ambos lados del lago Naroch, con fuerza muy poderosa y con un inmenso
gasto de munición. Durante los siguientes días sus esfuerzos se extendieron a
varios puntos de prácticamente todo el frente hasta el sur de Riga. Fueron
mantenidos con extraordinaria tenacidad hasta principios de abril. Podrían, a
pesar de ello, ser descritos como sacrificios sangrientos más que como ataques.
Indefensos en sus formaciones masivas, sus columnas de asalto de hombres mal
entrenados, conducidos por oficiales con idénticas deficiencias, sufrieron
pérdidas escalofriantes. Cualquier progreso les fue negado, salvo por la
ruptura casual al sur del lago Naroch, y el terreno perdido fue recuperado
por nosotros sin dificultad en un contrataque. Como medio de refuerzo, el grupo
de ejércitos atacado necesitó solamente una mera división, que estaba acampada
al sur del Niemen, en Baranovici. Ni siquiera fue solicitada esta división por
el grupo de ejércitos, sino que fue ofrecida por el AEM.
No había
duda de que estos asaltos de los rusos eran simplemente emprendidos bajo
presión de sus aliados occidentales, y para auxiliar a estos. Ningún líder
responsable, salvo bajo imperativos externos, habría permitido a tropas tan inferiores
atacar posiciones bien
construidas como las sostenidas por los alemanes. Incluso si el enemigo hubiera
logrado victorias iniciales, no podrían haber sido convertidas en algo
prometedor, debido al estado de los caminos en esa época del año. La impresión
general, del curso que tomó la batalla, confirmó la opinión del Alto Estado Mayor en el otoño
de 1915, de que los poderes ofensivos de Rusia estaban paralizados. Esta opinión
no fue alterada por el hecho de que individualmente, los rusos combatían con su
habitual desdén a la muerte. Eso por si solo no puede proporcionar la victoria
contra armamentos modernos en las manos de tropas fiables. Tras estas experiencias
debe haber sido evidente que algo
bastante improbable debería suceder si
alguna fe podía ser depositada en la capacidad del enemigo de ganar auténticas
victorias en el frente Oriental. Más aún, esta opinión estaba justificada por el hecho de que los rusos tenían más de
2/3 de su poderío de combate ( más de un millón y medio de soldados ) opuestos
a los 600.000 hombres del frente alemán al norte del Pripiet, y no había
indicaciones de ninguna clase que sugirieran que una transferencia al frente de
nuestros socios en el sur estaba en marcha.
FUENTE: " El Alto Mando Alemán y sus decisiones 1914-1916" de Erich von Falkenhayn
FUENTE: " El Alto Mando Alemán y sus decisiones 1914-1916" de Erich von Falkenhayn